“La enfermedad es el resultado no sólo de nuestros actos,sino también de nuestros pensamientos”

Mahatma Gandhi

En la actualidad una visión más integral sobre la enfermedad se ha reintegrado en nuestra cultura. En el post anterior mencionamos que en diferentes épocas y culturas (sobre todo Occidentales) se había separado la relación entre el cuerpo y la mente. 

Es a partir de los años 60´s que surge un nuevo concepto sobre el cuerpo, que fue tomando importancia, conquistado prácticas y discursos.

Sin embargo ocurren dos fenómenos a la par: por una parte surge un tipo de represión sobre el cuerpo y se da importancia a la discreción, lo cual genera ciertos estereotipos; por otra parte surge el concepto de corporalidad, que adquiere relevancia al ser un término que incluye la relación entre la mente, el cuerpo y el entorno.

A través de la corporalidad las personas pueden representar lo que son y lo que tienen que decir, resaltando la dimensión subjetiva y social de la vivencia del cuerpo, la cual es compleja.

Destacando estas visiones se desarrollan concepciones antropológicas y psicológicas basadas en diferentes dimensiones y/o estratos del cuerpo. Al ser una realidad compleja se deben observar  los diferentes niveles de organización en lo corporal: lo energético, químico, celular, orgánico, social, personal, que coexisten sin menoscabo de su unidad funcional.

En este sentido, Enrique Pichón-Riviere escribe tres modos de ser: mente-cuerpo-mundo exterior que forman parte de una dimensión mayor, la dimensión humana.

Esta división es cultural, porque el niño inicialmente concibe el cuerpo y la mente como una unidad no diferenciada, que va cambiando poco a poco, conforme crecemos vamos diferenciándolos como producto de la educación que recibimos y de la propia relación con el mundo exterior.

EL CUERPO QUE ENFERMA

Todo en el ser humano es lenguaje, lo que se dice, lo que no se dice, lo que se actúa, incluso la enfermedad o síntoma es una forma de comunicación de nuestro cuerpo. Estar enfermo es signo de lucha contra un enemigo del “equilibrio” y la “salud”.

En la medicina contemporánea se contempla al hombre y a su enfermedad no solamente como el agregado de la patología de órganos y aparatos, sino como el resultado del interacción entre el sujeto, el ambiente social y cultural.

Hoy se considera al hombre como una unidad biopsicosocial, de acuerdo a una visión holística y sistémica que parte de principios humanistas.

Al ser -durante siglos- una pareja dispareja, la mente y el cuerpo han sufrido innumerables uniones y fragmentaciones, por lo tanto su articulación no ha sido sencilla a lo largo de la historia del pensamiento científico.

Sabemos perfectamente que las enfermedad duelen en el cuerpo, pero se siente más allá de él. No podemos decir que hay algunas enfermedades del cuerpo y otras de la mente, porque el cuerpo enferma de manera integral (por ser una unidad integral).

Hay autores que bajo esta lógica afirman que todas las enfermedades son psicosomáticas. Desde un enfoque integrativo (que más adelante abordaremos) se analiza la enfermedad con todas las variables que la componen, sin embargo hay algunas disciplinas que se han encargado de investigar y encontrar que en algunas enfermedades es más evidente la correlación de las emociones en los procesos de salud y enfermedad (psiconeuroinmunología).

En cuanto a la interpretación psicológica, para Francoise Dolto, el trastorno psicosomático proviene de un dolor padecido en un sufrimiento íntimo, es una repetición a veces amplificada de una disfunción pasada, real o imaginaria del cuerpo propio. Menciona que en estos casos, el sujeto no puede expresar en palabras el sufrimiento que quiebra el continuo de una relación vital.

Así, el cuerpo se encuentra mutilado en un lugar específico de la historia de un vínculo de amor, quebrado. Esto significa la expresión imposible del sufrimiento padecido, anestesiado en parte.

Estas expresiones del cuerpo se encuentran planteadas en cuatro niveles, niveles sucesivos que corresponden tanto al cuerpo como su representación:

  1. Nivel superficial, donde el cuerpo está presente por la piel y cuya principal expresión es la sensualidad.
  2. Nivel muscular adyacente, cuya función es la movilidad
  3. Nivel esquelético, cuyo equivalente psicológico es la sensación de estabilidad
  4. Nivel representado por los órganos, cuyo equivalente psicológico son las sensaciones profundas, la visceralidad.

Jean Le Boulch menciona que la medicina psicosomática debe encargarse de descifrar las expresiones de nuestro cuerpo que han sido significantes a lo largo de nuestra vida, además es importante conocer y expresar la experiencia de las mismas. Esto es, hablar de aquello que nos ha “dolido” a lo largo de la vida.

Algunas terapias psico-corporales, consisten en develar la historia que guarda nuestro cuerpo y por lo tanto trabajar con nuestros síntomas. Hay ejercicios en los cuales podemos ir tocando diferentes partes de nuestro cuerpo (o alguien más puede hacerlo) y con ello permitirnos hablar de los recuerdos, pensamientos, emociones que llegan a nosotros.

Referencias

Pichón-Riviere, E. (1999). Teoría del vínculo. Buenos Aires: Nueva Visión.

Dolto, F. (1986). La imagen inconsciente del cuerpo. Barcelona: Paidós.

Le Boulch, J. (1997). Hacia una ciencia del movimiento humano. Introducción a la psicokinética. Barcelona: Paidós.

Sé que tu tiempo es valioso, por lo tanto agradezco que te hayas tomado unos minutos para leerme y compartir este contenido.

Nos leemos pronto.